CARLOS LEZAMA

jueves, 20 de enero de 2011



Estos textos que enseguida se comparten
forman parte del poemario DESLINDES.                                        Espero que les incomoden.



De CONJETURAS SOBRE EVA.



Del buen monógamo.
Hoy veneras a aquella musa que con sus dotes
de ágata radiante agotó en ti
toda seña de impertinente biología,
pues más no prestas tus sentidos
a otras que te guiñen u ofrecen
sus carnes plenas.
Hoy halagas a aquella que logró
despojarte de las corrupciones propias
del homo sapiens;  
y que además poco a poco –para que no sufrieras-
 logró anular a los amigos “mala influencia”.
Y meditas entonces en el Amor,
en el apego, en la ternura, en el resguardo  
que hoy cuantiosos te visten
apartando de tu lado
incertidumbre y trasiego.
Meditas –ahora de lecho compartido- en ese término abstracto
denominado “felicidad” y hasta crees conseguir denotarlo
sin haber repasando si quiera
las elementales tesis presocráticas. 
Ahora ya sin achaques de trasnoche, sin necesidad
de prestamos contiguos, de remedios de mercado,
también especulas en probables retoñitos:
 “Juanito, Gerardito , Jorgito, Rubencito etc.”
Y piensas: estoy a salvo, ¿qué más quiero de  la vida?
Pero ah, da la casualidad que yo, hermano,
Yo, mi amigo, el “mala influencia”,
el vicioso, el mujeriego,
yo, el que sabe más por diablo que por viejo,
frecuente cliente de lugares clandestinos,
aquél que no ve moros con trinchetes ni puta democracia,
puedo decirte con toda certidumbre
que un buen monógamo no es más que
un hombre cobijado por las fibras de la treta,
un hombre arteramente adulterado,   
que merece el calificativo de ser,
probablemente, el mayor de los pendejos.







Tu portentoso ego.

No acostumbro recordar juramentos
por la mera cuestión de ser presa de la historia,
es decir, incierto en el  devenir propio de los años.
Son tantos los días, tantas las horas, tantos los minutos,
como para no sufrir el riesgo de errar en la dialéctica.
Pero si por las dudas quisieras
responderte a la pregunta de
si alguna vez te ame con frenesí
es probable que halles la respuesta 
en un congal de discreta ubicación,
al que constante  acudí
todo el tiempo en que duró
el pretendido  juramento.
  

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